26.4.12

... pero que la niebla te cubra

Buscaba palabras para encontrarlo, tal vez, en el fondo de una caja vieja de la mudanza. Ese nuevo espacio en el que habitaba fue un impulso que él, sin querer, le hizo tomar. Era muy conveniente culparlo de la soledad y quería encontrar esa excusa para volver a su vida anterior... esa vida que ya no era de ella. Pero no podía. Ya no se sentía triste y extraña como los primeros días, ya podía correr y saltar sintiéndose dentro de un ambiente tan relajante que ella había creado para sí misma. 

Esa misma noche tropezó con varias imágenes de él... creo que por un momento las buscaba, pero nadie podía juzgarla. Ella lo había inmortalizado en varias de sus canciones y, de repente, no podía contener esa curiosidad de saber qué era de su vida, si era feliz o miserable, si seguía pensando que había sido un error; pero nunca encontraba nada de eso... o al menos no algo específico. Simples diferencias en las que ella era directa y él un simple actor que lo convertía en un peón de sus propias pesadillas.

Entonces lo vio. Reconoció esa risilla repleta de humor negro que ella ya conocía y se asombró. Intentaba no burlarse. No ver sus errores y recordar las cosas buenas que él tenía y no pudo encontrar ni una sola razón para seguirlo recordando. No extrañaba sus besos, su mirada, su complicidad y juegos de palabras.

Paró un momento a pensar en él pero los recuerdos, pocos y desvanecientes, sólo lograban engendrar una niebla muy espesa en su mente. 

Ni siquiera intento moverse o disiparla. Se quedó ahí, estática, sientiendo como aquella niebla se sentía tan familiar y segura. No temía dar pasos hacia adelante, pero tampoco quería darlos ¿para qué?, se preguntaba. Esta niebla gris violeta la envuelve de la manera más cálida que podría sentir.

Los recuerdos se convirtieron hace mucho en gotas que cayeron sobre la tierra, muchos más calentaron el terreno y se evaporó toda seña de dolor. Era hora de que se nublara y así pasó. Cosas que suceden de vez en cuando, cosas que se olvidan más rápido cuando ella empezó a amar mucho más. 


Muchos le temen a la niebla pero pocos se dan cuenta de que, a veces, la niebla nos quita el paisaje de algo que no merece ser visto.

A su salud... pero más a la de ella.