12.5.17

... pero vuelvo a despertarme para soltar.

Se me acaba el sueño con un ápice de inspiración... o más que de inspiración, de tristeza. De semanas y semanas de tristeza ajena. No sé exactamente a qué o quién estoy sintiendo... pero la empatía siempre se cuela, incluso cuando le dices "ya para de sentir lo que sienten los demás", te pierdes.

Cuando conoces la historia de personas, que nunca en tu vida has visto o conversado cara a cara, me siento parte de ellas... es tal vez parte de mi deseo de conectarme con la gente, parte de mi deseo de sentir que pertenezco... qué ilusa soy a veces.

Me despierto pensando en personas que, seguramente, luego de confiarme sus historias, apenas se acordarán de mí. Como me decía una profesora del colegio, siempre jugando a la abogada de los pobres. Y sí... es verdad, en esa valoración y amor que sientes por desconocidos, llego a tal punto de sentir que necesitan que hablen por ellos, porque estas personas no pueden. 

Hay dolor... hay tanto dolor ahí afuera que, a veces, prefiero esconderme en mi lugarcito seguro, donde nadie podrá hacerme derramar una lágrima por algo que no es mío. Pero se siente tan profundo que necesito de una u otra forma, sacarlo.

Y confío. Confío en que escribir es un medio con el que puedo llegar a lo más profundo de una persona. Confío en que mis palabras hacen temblar, temer y cuestionar. Confío en que mi trabajo es hablar por los que no les da la voz. Confío en que todos necesitamos a alguien que nos defienda, aunque ya seamos fuertes. 

Es muy irónico tener la intuición tan desarrollada, sin embargo me equivoco siempre con las personas... o tal vez al final si son lo que creo que son, pero se ponen una máscara. La de la dureza, la de "yo sí puedo", la de "no me molesta". Es impresionante cómo el ego nos hace perder esa vulnerabilidad que muchas veces nos vendría bien usar, para conocer nuestras emociones. 

Hoy, una vez más me retiro. Creo que dejaré que el tiempo me diga si al final, si una vez más me equivoqué en defender una causa. 

Seguramente será hasta que llegue alguien más a contarme algo... y yo tenga que alzar la voz de nuevo. Porque así soy. Terca. Enamoradiza. Apasionada. Un poco loca, un poco alterada. 

Ahora, pido un respiro de mí misma. Me perdí y es hora de encontrarme.