16.12.11

... pero no me sé controlar

Siempre nos acompaña una cerveza. Probablemente sea la causante de tanta confusión.

No se explica. No lo explico. Se va, se aleja eternamente y eternamente vuelve. No quiero a veces que se vaya, pero es necesario soltarlo, es necesario que crezca, se conozca, se aclare el cielo antes de volver. Es necesario que se vaya para sentir el alivio al volver y que vuelva a ser lo que es.

Pero llega y vuelve a perderse. Es un proceso. Es su proceso. Y yo estoy en él. Y me acompaña su mirada, la que siempre sé que debo decir que no, pero caigo. Un par de veces busco motivos para caer.

¿Amor? ¡Qué va! ¿Qué es eso? Entre nosotros hay complicidad, entendimiento, ganas. Por más que se esconda, por más que se evite, por más que sepamos que no es correcto.

No puedo evitar escribir sobre esto, no puedo.

No eres lo que más quiero, no eres mi amor, no tengo historia que valga la pena contar como la historia de mi vida. Pero hay algo. Incontrolable. Acogedor. Terrorífico.

Hay algo que aún me mantiene pensando en ¿será? Pero no es. Pero en ciertos momentos es mucho más.

6.11.11

... pero actuemos

Que no se confunda la cobardía con amistad, ni el amor con conveniencia.
Que sepamos que la felicidad es un estado y no una eternidad.
Que seamos concientes de lo poco bueno que podemos tener y no de lo mucho malo que nos rodea.
Que un beso no se vuelva costumbre del saludo, que sea como aquellos primeros: intensos y llenos de maldad.
Que el abrazo no sea el roce de cuerpos sino la penetración de las almas.
Que la mirada no sea fija, porque en la coquetería no vale el quedarse mirando.
Que seamos confidentes pero no confiados.
Que tengamos fuerzas pero no abusemos de ella.
Que peleemos contra el mundo pero no contra nosotros.
Que sepamos que todo es nuestro por un momento, pero que al final no nos pertenece.
Que hablemos con silencios y miradas y no con palabras vacías.
Que durmamos en el suelo y nos amemos en la cama.
Que tengamos realidades en sueños y sueños por realizar.
Que seamos dos independientes, pero siempre un conjunto.
Que conjuguemos verbos futuros, y que el futuro sea una acción.
Que sepamos que no somos, pero podamos ser lo que no sabemos.
Que memoricemos nuestro papel,
Porque en un teatro mundial, el drama es lo único que nos disfraza de lo que no somos, pero queremos ser.

11.10.11

... pero ¿hasta cuándo voy a soñarnos?

Es ilógico pensar que podemos crear una historia basándonos en los leves hechos previos que vivimos en su momento. Fueron horas, no años; minutos, no días; segundos... segundos.

Te abracé porque lo sentía, te miré porque lo necesitaba... te admiré, como suelo hacerlo.

Podría describirte cada segundo - de los tantos pocos - que pasamos juntos. Traté de pensar, de contenerme, de mantener la compostura de aquella niña que conociste, pero no se puede, no cuando te tengo frente a mí, interesado en lo que soy.

Pasa el tiempo y extraño, extraño lo que podemos ser y no somos, lo que podemos construir y aún no lo decidimos. Y me huyes, y te me escapas. Pero te veo y aún muestras ciertos roces que me hacen sentir temblores internos. Y con tu frialdad mato el impulso. Y con tu interés, vuelve a nacer.

¡Qué complicado esto de quererte cuando en verdad no estoy segura de quererlo!

Pero crearé mi historia llena de imaginarios. Ojalá algún día te decidas a conocer cómo son.

... pero ¡qué idiotas!

Tardé en darme cuenta que las intenciones se iban desviando. Tal vez eran los vasos ya vacíos sentados en nuestro organismo lo que nos hizo hablar de tales cosas. Soy lo bastante idiota para no darme cuenta cuando el lenguaje corporal de otra persona intenta decirme algo. Soy lo bastante idiota, pero no tanto como para no corresponderlo. 

Sin querer pero queriendo, construimos una burbuja en medio del estruendo de la música y dejamos llevarnos por palabras que sólo nos transportaban al "¿qué pasaría si...?"; y es que las cosas pasan desde que esa pregunta se extiende junto con un portavasos. Miradas que nublaban las acciones correctas, no podíamos ver la carnada que estábamos mordiendo. Éramos dos seres jugando al ¿quién sabe?... pero al final los dos sabíamos. Sabíamos que esto complicaría nuestra situación, que tal vez los próximos días que nos encontráramos en un lugar nos arrollaría la memoria y nos dejaría con un la mente entorpecida. Tantos años, tantos recuerdos, tantos "es que no sé porque yo... y tú... y ellos". Tantos, tantos, tantos y nos importó poco, muy poco, nada.

Empezaron a llegar los roces casi inadvertidos, las palabras al oído y los miedos crecían. ¡Qué excitantes resultan las situaciones así! Querer que todo pasé en pocos minutos, sentir que tienes a alguien cerca que destruiría la vida de alguien más sólo por tocar unos labios. ¿En qué pensamos? ¿qué nos pasó? Pasó que no pensamos y, ahora, pensamos que no pasó.

Hoy resulta que es un recuerdo que me atormenta cada noche, que recorre cada momento mi habitación imaginando "¿qué pasaría si...?". Esto es lo que suele sucederme cuando, luego de muchos años, logro sentir el interés de la persona que incentivaba muchos de mis comportamientos. No puedo negar que esta pregunta se robó algunos sueños - de índole innecesaria para nombrar - y hoy lo ha vuelto a hacer. ¡Qué problema esto de meterse con alguien que quieres tanto!
Y ahora que ese día ya es pasado y que hemos salido de nuestra burbuja, puedo decir que por más que lo intentemos, las burbujas son transparentes. Por eso nos vieron y quedó plasmado aquel beso en las mentes de quienes nos rodeaban. ¿Mala suerte o qué pasaría si...?




Pasó lo que alguien quería que pase... pasó lo que los dos hicimos posible.

26.6.11

... pero vamos a pasar

Y pasará.
Y pasaremos.
Está todo dicho y los sentimientos se confunden.
Mi mente y yo estamos claras. Mi corazón aún no lo sé.
Hay debilidades y tú eres una. Y me encanta.
Verte es tan familiar. Tan mío.
No. Aún no estoy enamorada, pero sí pienso en ti.

Tengo miedo. Pero pasará. Y pasaremos. Y veremos ¿qué?

... pero su recuerdo me saca una sonrisa

Suelo tener de esos encuentros repentinos. A veces correctos, a veces no.

Suelo sentir debilidad por las mentes poderosas, inalcanzables. A veces - casi siempre -, al alcanzarlas, se va la ilusión.


Recuerdo las miles de noches cuando conversábamos: el siempre tratándome de enseñar y yo siempre tratando de aprender. Entre el sabor del ron, tabacos y conversaciones sin parar, la música creaba una atracción interminable. Podíamos hablar de las historias de las mejores bandas y así, entre canción y canción, nos hablábamos con la mirada detallando el encuentro que se acercaría. No era amor, no eran ganas... era química (y como todo experimento, debíamos probarlo).


Una noche, mientras acabábamos una botella de vino, me dijo "acompáñame" al oído. ¿Cómo decir que no? ¿cómo escaparme de eso? Intenté inventar excusas, intenté no dejarme llevar, pero no pude. Nos escabullimos entre pasos torpes debido al alcohol. Había aún en su cuerpo mucha humedad provocada por la piscina, en el mío algo por descubrir.


Me senté en el borde de su cama, tratando de calmar mi mente pero era imposible. Se sentó a mi lado, con una toalla amarrada a la cintura y me dijo "no creas que estoy intentando algo" y me besó. Lo aparté casi sin quererlo realmente, le repetía que no estaba bien y él sólo seguía empujándome hacia él. No estaba bien, pero que bien se sentía. Llevaba un par de meses con él en mi cabeza. Su sonrisa y su voz me hacía vibrar por dentro. Tenía esa mirada peculiar que tienen ciertos hombres y ni siquiera se esforzaba por disimularla. Su cuerpo, su tono de piel, su voz entrecortada en cada beso. Estaba enloqueciendo. Fue cuestión de un golpe en su puerta para que no nos extralimitemos, pero las intenciones quedaron claras hasta hoy.


Volvimos a vernos algunas veces incluso en contra de muchas personas, manteníamos un contacto visual limitado para que nadie nos descubra nuevamente, nos escondíamos en otros cuartos mientras la música seguía a tope de volumen en cada encuentro.


Y nos seguimos viendo, ya casi nunca.


Y cuando pienso en mi pasado, él seguirá sacándome una risilla leve llena de picardía.


Y seguimos hablando mantieniendo la formalidad...


Al fin de todo, era un ex compañero de trabajo quien siempre me dará las mejores referencias.

20.6.11

... pero soy muy negativa

Me tomas por adivina cuando sabes que no lo soy.

No intentes que descifre tu mente, no lo haré. Suficiente tiempo me toma descifrar la mía cada noche. Tampoco pretendas que dé un paso en falso, sabes que puedo caer y lastimar mis rodillas libres de cicatrices. No voy a ser quien diga aquí lo que quiere, tú también tienes boca y puedes gritar. No me des silencios que griten intenciones, odio asumir - y sobretodo asumir las consecuencias. No me mires de reojo cuando quieres mirarme de frente, para miedosos tengo ya a mis mujeres internas en un conflicto diario. No actúes porque de drama ya tuve mi obra completa.

No me envíes letras de canciones. No me envíes sonidos. No me escribas como bebé. Soy adulta y amo como lo que soy. No pretendas que crezca, mi niña interior podría resentirse y no podría soportarlo. No me pegues tus gustos porque los odiaré. Seré siempre todo lo que no esperas que sea.

No me dejes imaginar.
No me dejes soñar.
No me dejes pensarte.

Si quieres algo, ven y tómalo. Porque no estaré pendiente para siempre de un supuesto.

Y no me dejes. Porque yo no te dejaría tampoco... al menos, no creo.

19.6.11

... pero el amor engorda

Parada frente al espejo, sabía que algo había cambiado en mí. Un poco de arrugas bajo los ojos, un leve corte en la mano izquierda que me hice al tomar un papel, un par de montañas que han tenido un deslave y miles de cicatrices que crean un mapa en mi abdomen... pero no, no era eso.


Pensé, por un momento, que tal vez sería la falta de una rasuradora en los últimos dos días; en otro, que sería el síndrome premenstrual expresándome su pronta llegada... pero tampoco. Me sentía más liviana.


Me vi, me sonreí incluso para ver si había perdido algún diente; me removí el pelo ondeándolo de un lado a otro por si se estaba cayendo. Miré mis manos por si había alguna uña rota, me di la vuelta para ver si mi espalda se había encorvado, mis rodillas por si habían desaparecido algunas pecas. Incluso intenté ver dentro de mis fosas nasales por si existía algún invasor en mi aire.


Nada.


Me senté sobre el mesón del baño, aún mirándo mi reflejo "este espejo miente. MIENTE." pensé. Y vi la balanza en una esquina abandonada "esto no miente" pensé nuevamente.


Me pesé. Siete libras menos ¡qué maravilla!, pero no me sentía tan maravillada en realidad. Sentía que había perdido sin querer alguna parte de mi cuerpo, algún órgano que se había desintegrado.


Me miré y reaccioné. Eran lágrimas, era amor, eran silencios. Eran fuerzas que había perdido en el camino, responsabilidades que llevaba sobre mí cuando no me correspondían y desilusiones que había arrastrado por mucho tiempo. Era todo lo que antes cargaba dentro de mi cuerpo y, ahora, ya no guardaba más. Era aquello que mal llamamos "amor" y termina definiéndose como un suplicio.


Me miré. Me vi. Me descubrí. Pero no era yo.


Al menos no la yo que conocía hasta que decidí sacarte de mi vida... ésta me gusta más.




¿Quién dice que el amor no pesa? Yo me quité siete libras de encima por soltarlo.

... pero yo no sé escribir poemas

Un poema que no es poema, muy viejo sin serlo tanto. De esos que te obligan a escribir y lo haces con gusto.


Me encanta el misterio que tienen tus ojos


Inundado de tristeza y de luminosidad,


De alegría fingida y sueños tardíos


Mezclado un poco con miedo a amar.



Me encanta el misterio que rodea tus labios


Aquella resequedad junto a ganas de besar,


Anécdotas ricas y llenas de encanto


De los labios que quisieron y no pudieron tocar.



Me encanta el misterio que envuelve tus manos,


Con ganas de todo tocarlo al pasar,


Caricias innatas sin sentimiento alguno


Sudores espléndidos que te hacen soñar.



Me encanta el misterio que se esconde en tu alma


Una principiante al momento de amar,


Rota por sueños de mujeres hermosas


Y un poco incompleta por tanto soñar.



Me encanta el misterio que encierra en tu vida


Que quiere morir y vivir luego un poco más.


Y al querer descifrar el misterio me contengo


Por ser el misterio que me hace soñar.



Me encanta el misterio que camina en tu ser,


Contemplarlo mientras por la calle te veo pasar.


Sentirme cerca de tu todo, misterioso y travieso,


Para así poderme yo misma encantar.

18.6.11

... pero yo siempre miro al piso

Miro a mis pies y me pregunto ¿por qué los tenemos? Dicen que para caminar, dicen.

Los miro, los muevo y suelo jugar con ellos, a veces, como si estuvieran tocando un bongó constantemente. Muevo los dedos, los abro entre ellos, los vuelvo a cerrar. Me parece que el cuerpo nos lo dieron para jugar con él. Me resulta tan divertido encontrar partes de mi cuerpo que terminan asombrándome por su curiosidad.

¿Para qué tengo pies?

Suelo dar pasitos... torpes, descoordinados, flojos. Miro a mis pies y me vuelvo a preguntar ¿para qué los tenemos? Y me responden nuevamente "para caminar"... ¡Qué va! Y me pregunto a mí misma ¿quién se conforma con caminar? Si hemos sido creados para volar.

17.6.11

... pero yo sólo quiero jugar

Primero.- a las Escondidas contando hasta 50 para que, cuando termine, pueda salir corriendo a buscarte. Cuando te encuentre te asustarás pero luego verás cómo reíremos juntos.


Segundo.- a la Botella para decirnos la verdad sobre nuestras vidas, dolores y cuánto nos gustamos. Luego tener que hacer una penitencia dentro de un clóset por 7 minutos y darnos un beso en la oscuridad.


Tercero.- a los Policías y Ladrones para que me sigas la pista siempre, como si lo que tengo fuera lo suficientemente valioso para que nunca te canses de buscarme; y cuando me captures al fin, lo hagas con esposas, me quites el derecho a hablar y me dictes cadena perpetua.


Cuarto.- a las Cogidas (o cogidas en el cuarto) para que me persigas, me toques, me empujes y me cojas. Toreándonos, sudando y luego terminar exhaustos en el piso.


Quinto.- a Simón Dice para que hagas lo que pido bien y sin cuestionarlo, o sino pierdes. Me traigas ropa, zapatos, comida. Me abraces, me beses, me digas cuánto amor sientes.


Sexto.- a Monopolio para escoger las casas que compraremos, los colores y las calles dónde la situaremos. Decidir quién paga qué y contar siempre nuestro dinero.

Séptimo.- a La Ley del Hielo para dejarnos de hablar por un tiempo, hasta que uno de los dos pida disculpas.


Octavo.- a las Películas para ver quién interpreta mejor el papel de nuestras vidas. Aparentando, engañando e ignorando las cosas que están mal.


Noveno.- a Taboo para tener que descifrar lo que el otro quiere decir sin usar ni una palabra ni que el tiempo se acabe.


Décimo.- al Solitario para tener que pensar cómo resolver el problema, cuando uno de los dos ya se quede solo.


Sólo quiero a alguien para jugar... y jugarme por él, el resto de mi vida.



(Basado en los juegos que conocí y jugué entre los años 1984 - 1999)

... pero yo creía que me gustaría el verde para siempre

Cuando lo conocí no pude pensar más que podía valer la pena arriesgarse luego de haber estado dos años sóla (sin tener en cuenta aquellos amoríos que tuve en el camino que en realidad no significaron nada).

Era tan fuera de lo común, a veces un completo estúpido y otras un payaso. Su cuerpo era algo que nunca había visto, destrozaba mis hormonas y me encendía más que un incendio forestal. Tenía esa facultad de abrazarme y sentir tanto calor en mi cuerpo que mis manos no podían desprenderse de él. Tenía la pasión y sabía manejarla a su gusto. Era un artista, de un entorno familiar conflictivo, de razones ilógicas y comentarios absurdos (yo y mi impulso de ayudar a las personas); era todo aquello que significaba un reto. Y como macha que me siento, lo acepté.

Deje que entre en mi vida casi sin esfuerzo, que con sus ideas mal planteadas me lleve a defenderlo con un escudo frente al mundo. Que con su sonrisa arregle cualquier problema que se interponía. Dejé que sus "te amo" perdonaran infidelidades, venganzas y mentiras. Dejé que sus piernas sean mi caminar y sus abrazos sean mi cinturón.

Y me olvidé de pensar en mí, en mis sueños, en lo que quería conseguir de la vida, en lo libre que muchas veces quise ser. Creamos un mundo verde, siempre decíamos que ese era nuestro lugar para soñar y ¡cómo nos equivocamos tanto!

Fui muy clara desde el comienzo al decir que yo no buscaba pasar el rato, que ya lo había pasado bastante; que el día en que yo deje de aprender de él o él deje de aprender de mí, las cosas acabarían. Él tenía la facultad de sacar a la guerrera que habitaba en mí, pero con el tiempo fue sacando a la hermitaña, a la que no le interesa nada, a la que besa por besar y no por sentir. El mundo empezó a cambiar de color, ya no era verde; era café, casi negro y sin esmaltar. Se convertía en una especie de papel carbón que intentaba pintar los mejores recuerdos, sin darnos cuenta que los recuerdos siguen siendo eso y nada más. Nos dedicamos a vivir del "es tanto tiempo" y "nunca nadie me hará sentir como tú lo hiciste" pero todo basado en un pasado. Estaba frente a una persona que conocía tanto, que me conocía y los sentimientos no eran ya extraordinarios.

Y dejé de aprender de él, y dejó de aprender de mí. Esos "te amo" se convirtieron en un quién miente más y quién se la cree. Los llantos ya eran escénicos al igual que las flores y los aniversarios... y alargamos un cuento donde el final ya estaba establecido, simplemente por creer que los cuentos de hadas no tienen final, que las guerras se curan con más guerras para que haya paz, que después del dragón saldrá el beso de amor eterno. Nos equivocamos.

Lo amé, sin duda lo amé y me amó... y en el fondo creo que aún lo hacemos los dos. Pero la distancia me hizo comprender que, por más que ames a alguien, si saca lo peor de ti, no vale la pena seguir. Y si es que alguien cree en lo que es el "amor de su vida" pues puedo decir que él lo era.

¿Ahora? pues estoy en mi etapa naranja. De verdes no quiero saber más. Tal vez, algún día, vuelva a amar ese color con tanta intensidad y, si es posible, volver a ese mundo que creamos algún día. No es esperanza, es simplemente que hay errores que vale la pena volver a cometer... pero siempre cuando una está lista y dispuesta a golpearse.

... pero le tengo miedo al teclado

No sé si son cuestiones mías, puede que sí. Es el terror de ese impulso de escribir y se expresa, inconscientemente, en mis 7 pasos básicos:

1.- Sentarse erguida frente a la pantalla.
2.- Posar las dos manos sobre el teclado, la forma en que te enseñaban en las clases de mecanografía -sí, la de 1990 o algo así
3.- Hacer lo que llamo el baile de los dedos (eso que se ve en las películas cuando pareciera que escriben a una velocidad impresionante, sin embargo sólo aplastan las teclas lo suficiente para que suenen, y el postproductor pueda poner el texto adecuado una vez terminada la escena)
4.- Respirar profundo
5.- Pensar en lo que vas a escribir
6.- Respirar profundo unas dos veces más - porque si respiras más de eso puedes pensar que no te va a salir nada que valga la pena, o simplemente te mareas.
7.- Empezar a teclear como en las películas aunque no tenga sentido

He ahí el punto del miedo: que las cosas no tengan sentido. Que lo que salga de tus dedos no valga la pena ser leído. Miedo al plagio sin intención, miedo a caer en lugares comunes, miedo a decir "¿para qué &%#! estudié redacción?". Y no es que no sepa escribir, sé redactar buenas cartas para los clientes, soy muy buena con los correos electrónicos y, me tomo el atrevimiento de decir, que excelente para las descripciones; pero una historia, un cuento, un blog, aún mantienen esa sensación te tener que abrir la puerta más oscura de tu casa.

En fin, esta es la introducción del blog. Lo que suceda luego de esto, ya lo veré - o lo veremos, depende el caso - y podrá ser mejorado por el tiempo o simplemente puedo poner algo como "eliminar blog" y me saldrá como opción "¿desea eliminarlo para siempre de la mente de quienes la leen?" y pondré que sí, sin pensarlo.