26.6.11

... pero su recuerdo me saca una sonrisa

Suelo tener de esos encuentros repentinos. A veces correctos, a veces no.

Suelo sentir debilidad por las mentes poderosas, inalcanzables. A veces - casi siempre -, al alcanzarlas, se va la ilusión.


Recuerdo las miles de noches cuando conversábamos: el siempre tratándome de enseñar y yo siempre tratando de aprender. Entre el sabor del ron, tabacos y conversaciones sin parar, la música creaba una atracción interminable. Podíamos hablar de las historias de las mejores bandas y así, entre canción y canción, nos hablábamos con la mirada detallando el encuentro que se acercaría. No era amor, no eran ganas... era química (y como todo experimento, debíamos probarlo).


Una noche, mientras acabábamos una botella de vino, me dijo "acompáñame" al oído. ¿Cómo decir que no? ¿cómo escaparme de eso? Intenté inventar excusas, intenté no dejarme llevar, pero no pude. Nos escabullimos entre pasos torpes debido al alcohol. Había aún en su cuerpo mucha humedad provocada por la piscina, en el mío algo por descubrir.


Me senté en el borde de su cama, tratando de calmar mi mente pero era imposible. Se sentó a mi lado, con una toalla amarrada a la cintura y me dijo "no creas que estoy intentando algo" y me besó. Lo aparté casi sin quererlo realmente, le repetía que no estaba bien y él sólo seguía empujándome hacia él. No estaba bien, pero que bien se sentía. Llevaba un par de meses con él en mi cabeza. Su sonrisa y su voz me hacía vibrar por dentro. Tenía esa mirada peculiar que tienen ciertos hombres y ni siquiera se esforzaba por disimularla. Su cuerpo, su tono de piel, su voz entrecortada en cada beso. Estaba enloqueciendo. Fue cuestión de un golpe en su puerta para que no nos extralimitemos, pero las intenciones quedaron claras hasta hoy.


Volvimos a vernos algunas veces incluso en contra de muchas personas, manteníamos un contacto visual limitado para que nadie nos descubra nuevamente, nos escondíamos en otros cuartos mientras la música seguía a tope de volumen en cada encuentro.


Y nos seguimos viendo, ya casi nunca.


Y cuando pienso en mi pasado, él seguirá sacándome una risilla leve llena de picardía.


Y seguimos hablando mantieniendo la formalidad...


Al fin de todo, era un ex compañero de trabajo quien siempre me dará las mejores referencias.

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