17.6.11

... pero yo creía que me gustaría el verde para siempre

Cuando lo conocí no pude pensar más que podía valer la pena arriesgarse luego de haber estado dos años sóla (sin tener en cuenta aquellos amoríos que tuve en el camino que en realidad no significaron nada).

Era tan fuera de lo común, a veces un completo estúpido y otras un payaso. Su cuerpo era algo que nunca había visto, destrozaba mis hormonas y me encendía más que un incendio forestal. Tenía esa facultad de abrazarme y sentir tanto calor en mi cuerpo que mis manos no podían desprenderse de él. Tenía la pasión y sabía manejarla a su gusto. Era un artista, de un entorno familiar conflictivo, de razones ilógicas y comentarios absurdos (yo y mi impulso de ayudar a las personas); era todo aquello que significaba un reto. Y como macha que me siento, lo acepté.

Deje que entre en mi vida casi sin esfuerzo, que con sus ideas mal planteadas me lleve a defenderlo con un escudo frente al mundo. Que con su sonrisa arregle cualquier problema que se interponía. Dejé que sus "te amo" perdonaran infidelidades, venganzas y mentiras. Dejé que sus piernas sean mi caminar y sus abrazos sean mi cinturón.

Y me olvidé de pensar en mí, en mis sueños, en lo que quería conseguir de la vida, en lo libre que muchas veces quise ser. Creamos un mundo verde, siempre decíamos que ese era nuestro lugar para soñar y ¡cómo nos equivocamos tanto!

Fui muy clara desde el comienzo al decir que yo no buscaba pasar el rato, que ya lo había pasado bastante; que el día en que yo deje de aprender de él o él deje de aprender de mí, las cosas acabarían. Él tenía la facultad de sacar a la guerrera que habitaba en mí, pero con el tiempo fue sacando a la hermitaña, a la que no le interesa nada, a la que besa por besar y no por sentir. El mundo empezó a cambiar de color, ya no era verde; era café, casi negro y sin esmaltar. Se convertía en una especie de papel carbón que intentaba pintar los mejores recuerdos, sin darnos cuenta que los recuerdos siguen siendo eso y nada más. Nos dedicamos a vivir del "es tanto tiempo" y "nunca nadie me hará sentir como tú lo hiciste" pero todo basado en un pasado. Estaba frente a una persona que conocía tanto, que me conocía y los sentimientos no eran ya extraordinarios.

Y dejé de aprender de él, y dejó de aprender de mí. Esos "te amo" se convirtieron en un quién miente más y quién se la cree. Los llantos ya eran escénicos al igual que las flores y los aniversarios... y alargamos un cuento donde el final ya estaba establecido, simplemente por creer que los cuentos de hadas no tienen final, que las guerras se curan con más guerras para que haya paz, que después del dragón saldrá el beso de amor eterno. Nos equivocamos.

Lo amé, sin duda lo amé y me amó... y en el fondo creo que aún lo hacemos los dos. Pero la distancia me hizo comprender que, por más que ames a alguien, si saca lo peor de ti, no vale la pena seguir. Y si es que alguien cree en lo que es el "amor de su vida" pues puedo decir que él lo era.

¿Ahora? pues estoy en mi etapa naranja. De verdes no quiero saber más. Tal vez, algún día, vuelva a amar ese color con tanta intensidad y, si es posible, volver a ese mundo que creamos algún día. No es esperanza, es simplemente que hay errores que vale la pena volver a cometer... pero siempre cuando una está lista y dispuesta a golpearse.

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