11.10.11

... pero ¿hasta cuándo voy a soñarnos?

Es ilógico pensar que podemos crear una historia basándonos en los leves hechos previos que vivimos en su momento. Fueron horas, no años; minutos, no días; segundos... segundos.

Te abracé porque lo sentía, te miré porque lo necesitaba... te admiré, como suelo hacerlo.

Podría describirte cada segundo - de los tantos pocos - que pasamos juntos. Traté de pensar, de contenerme, de mantener la compostura de aquella niña que conociste, pero no se puede, no cuando te tengo frente a mí, interesado en lo que soy.

Pasa el tiempo y extraño, extraño lo que podemos ser y no somos, lo que podemos construir y aún no lo decidimos. Y me huyes, y te me escapas. Pero te veo y aún muestras ciertos roces que me hacen sentir temblores internos. Y con tu frialdad mato el impulso. Y con tu interés, vuelve a nacer.

¡Qué complicado esto de quererte cuando en verdad no estoy segura de quererlo!

Pero crearé mi historia llena de imaginarios. Ojalá algún día te decidas a conocer cómo son.

... pero ¡qué idiotas!

Tardé en darme cuenta que las intenciones se iban desviando. Tal vez eran los vasos ya vacíos sentados en nuestro organismo lo que nos hizo hablar de tales cosas. Soy lo bastante idiota para no darme cuenta cuando el lenguaje corporal de otra persona intenta decirme algo. Soy lo bastante idiota, pero no tanto como para no corresponderlo. 

Sin querer pero queriendo, construimos una burbuja en medio del estruendo de la música y dejamos llevarnos por palabras que sólo nos transportaban al "¿qué pasaría si...?"; y es que las cosas pasan desde que esa pregunta se extiende junto con un portavasos. Miradas que nublaban las acciones correctas, no podíamos ver la carnada que estábamos mordiendo. Éramos dos seres jugando al ¿quién sabe?... pero al final los dos sabíamos. Sabíamos que esto complicaría nuestra situación, que tal vez los próximos días que nos encontráramos en un lugar nos arrollaría la memoria y nos dejaría con un la mente entorpecida. Tantos años, tantos recuerdos, tantos "es que no sé porque yo... y tú... y ellos". Tantos, tantos, tantos y nos importó poco, muy poco, nada.

Empezaron a llegar los roces casi inadvertidos, las palabras al oído y los miedos crecían. ¡Qué excitantes resultan las situaciones así! Querer que todo pasé en pocos minutos, sentir que tienes a alguien cerca que destruiría la vida de alguien más sólo por tocar unos labios. ¿En qué pensamos? ¿qué nos pasó? Pasó que no pensamos y, ahora, pensamos que no pasó.

Hoy resulta que es un recuerdo que me atormenta cada noche, que recorre cada momento mi habitación imaginando "¿qué pasaría si...?". Esto es lo que suele sucederme cuando, luego de muchos años, logro sentir el interés de la persona que incentivaba muchos de mis comportamientos. No puedo negar que esta pregunta se robó algunos sueños - de índole innecesaria para nombrar - y hoy lo ha vuelto a hacer. ¡Qué problema esto de meterse con alguien que quieres tanto!
Y ahora que ese día ya es pasado y que hemos salido de nuestra burbuja, puedo decir que por más que lo intentemos, las burbujas son transparentes. Por eso nos vieron y quedó plasmado aquel beso en las mentes de quienes nos rodeaban. ¿Mala suerte o qué pasaría si...?




Pasó lo que alguien quería que pase... pasó lo que los dos hicimos posible.