Así que ustedes con boca cerrada y mente
abierta, porque hoy más que nunca, deseo desconocer a muchas personas que he leído.
Actualmente me encuentro bastante
desconectada de las redes sociales por una simple razón: necesitaba deshacerme
de tanta mi**da que hay en estas. Todos creen que sus opiniones son las
correctas, todos creen que pueden decir lo que quieran, atacar a quién quieran
y salir ilesos. NO. Eso es comportarse como animales salvajes, llenándose la
boca de una sarta de estupideces que no tienen argumento alguno más que “su
forma de pensar”. Cerrados, hirientes, dañando más al mundo en que vivimos.
Y les cuento cómo me voy dando cuenta de
que todo pasa por una razón. Hace un mes iba a escribir sobre este tema tan
temido por la sociedad, y digo temido, porque el miedo nos hace repeler ciertos
temas de los que no somos lo suficientes capaces de hablar. Por miedo. Por puro
miedo. Por ignorancia sobre los temas. Por creer que uno sabe más que otro. Así
que decidí mejor quedarme callada… pero hoy, justo hoy, en mi época de
ausentismo, entro a una red social y me encuentro con el suicidio de otro gran
artista. Chester Bennington – excantante de Linkin Park – alguien que con sus
canciones me acompañó en momentos duros de la vida, justamente porque su música
hablaba de finales, de adormecimientos, de tratar de encajar. ¡Cuánto lamento
que ese haya sido el camino más idóneo para él, para que pase su mal rato!
Entonces, les cuento sobre lo que quería
escribir hace un mes y hoy, al fin, encontré las agallas para hacerlo.
Hace un año y un mes exactamente, intenté
suicidarme. Venía con un cúmulo de cosas en mi cabeza: la muerte reciente de
alguien a quien amaba mucho, vivir en una relación que estaba con muchos
problemas, casi un año sin trabajo estable, con mis insomnios recurrentes… y
OJO, estaba conciente de que tenía un problema. ¿Qué tanta ayuda busqué? Toda
la que me fuera posible, sin tener que preocupar a mi familia o amigos. Estaba
con psicóloga, con mi maestra de Kabbalah, con terapia de imanes, con reiki, con
grupos de apoyo… con todo lo que estaba a mi alcance. Leía artículos sobre lo
que me pasaba, buscaba la forma de mejorar mis interacciones personales y nada
me satisfacía. Busqué a un psiquiatra para medicarme… y pensaba TODOS LOS DÍAS
“yo puedo con esto”… pero no podía. Son cosas que se te van de las manos aunque
seas la persona más fuerte del planeta, porque toda persona fuerte sea una
debilidad.
En ese momento que no funcionó mi intento
de suicidio, me aterré. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué me quería hacer daño?
¿Por qué mi dolor no se acababa?... Quería tanto dejar de sentir que no servía
para nada. Porque eso sientes, que por mucho que te esfuerces, no encajas.
En ese momento que me levanté de la cama
y respiré… solo pude ponerme a llorar y a pedirle a la vida que me dijera qué
debía hacer, para qué me quería aquí todavía, qué más puedo dar que aliviane
todo lo que me estaba doliendo. Complicado, porque por ser hipersensible te
afecta todo… te duele todo. Así que decidí enfocarme en alejar a las personas
incorrectas de mi vida, acercarme a las correctas, contar mi historia a mis
personas más cercanas y tratar una vez más.
Hoy, después de varios meses, entiendo…
no puedes controlarlo. No es que no quieres, no es que no tengas la
predisposición. Es que dentro de ti hay una vocecita todos los días que te dice
“acaba con el problema de raíz” y la raíz era yo.
Pero querer morir no es algo que pasa de
la noche a la mañana. Querer suicidarse (aunque sí creo que uno está pensando
en sí mismo, en su bienestar y no de quienes lo rodean) es algo que toma días…
años… décadas. No es que dices “bueno, estoy triste, hoy me mato”, sino que es
una lucha constante, es una lucha en la que te levantas todos los días y dices
“no me van a ganar estas ganas hoy”… pero a veces te gana… porque si todos los
días peleas contra ello, solo basta de un pequeño empujón o sentir que causaste
una pequeña decepción a alguien más y te lanzas al vacío, a la tumba, al final.
Si, si he sufrido de depresión no
diagnosticada, porque creo que por el momento cuento con la información y ayuda
necesaria para sobrellevarla cuando llega… o al menos cuento con mis soluciones
que funcionan… normalmente se reduce al escapismo.
Pero hay días que te levantas tan cansada
de todo y piensas que ya no das. Que esa milla extra que debes avanzar, que ese
“un día a la vez” no es suficiente.
Para el suicidio no hay escape, porque
las ganas están dentro de ti. Residen en tu cabeza y la única forma de arrancar
esos pensamientos, es buscando motivación para seguir… y la familia no te
alcanza, y los amigos no te alcanzan, y el dinero no te alcanza, y las terapias
no te alcanzan… porque lo que sientes en ese momento es tan aterrador por lo
que estás a punto de cometer, que un solo pensamiento feo, te quiebra.
Recuerdo hace unos meses atrás, una de
mis mejores amigas habló con su hija pequeña sobre 13 Reasons Why. Recuerdo que
al explicarle sobre el suicidio le dijo “eso hacen personas que tienen falta de
carácter”. Quería tanto refutar sobre el tema (porque yo sabía lo que se sentía
y ella no) pero decidí callar… porque la verdad era intentar convencer a
alguien que no tiene el conocimiento o no lo ha vivido de cerca. Pero ahora si
lo comentaré para ustedes (y no para refurtarle a ella) no es falta de carácter,
es carencia de control sobre tus emociones. Es un dolor indescriptible. Es una
angustia que te carcome por dentro y te hace llorar días porque quieres hacerlo
por ti, pero te aguantas día a día por el resto… y no lo haces, pero sigues
infeliz, sigues buscando motivos para no hacerlo… y si no los encuentras, ¡pum!
Y hoy entro a una red social y veo tantas
críticas de gente indolente, gente que se perturba por las acciones personales
de otros y juzgan. Por Di*s ¿hasta cuándo vamos a seguir juzgando a los demás?
¿Hasta cuándo vamos a decirles cobardes a la gente que lucha con esto día a
día? ¿Es tan difícil comprender que un dolor interno es mucho más duro llevar
que uno físico?
De las pocas cosas buenas que leí hoy
alguien dijo “el suicidio va de la mano con la depresión”. Es totalmente
correcto. He vivido de cerca 3 suicidios de personas cercanas. He vivido de
cerca el intento de suicidio de más de 10 personas cercanas. He vivido el
intento de suicidio… y por comentarios como estos, les juro que hay veces que
dan ganas de matarse por la ignorancia que viven los demás.
Pero está mal visto, está mal enfocado.
La gente que se cree fuerte, cree que su fortaleza se debe a que ellos nunca
pasaron por eso por muchos problemas que tengan… que superaron las cosas de la
manera correcta. Y que si el resto no lo hace así, entonces son unos cobardes
porque debían haber tomado medidas y buscar ayuda. Pero insisto… a veces la
ayuda y los intentos, no alcanzan.
Y fuera de religiones y demás estigmas
sociales, ¿si lo intentamos de ver desde un punto de vista del humanismo?
Por ejemplo (y sí, sé que son cosas
diferentes las que encontrarán en lo siguiente que escribiré): cuando alguien
muere por “causas naturales” – sea cáncer, vejez, malfuncionamiento de órganos
– es socialmente aceptable decir “es mejor que haya muerto, su cuerpo estaba
sufriendo mucho”. Hablamos de un sufrimiento del cuerpo y por eso tenemos que
aceptar la idea de que se haya ido es mucho mejor… ese es el consuelo de muchos
cuando alguien deja de vivir por estas razones que causan un sufrimiento
innecesario.
Pero ¿y si el sufrimiento es del alma? ¿O
esa no sufre, acaso? ¿El alma no es capaz de sentir dolores tan grandes que no
permite que sea justo pensar “es mejor que ya acabó su sufrimiento/dolor/monstruos”?
Es válido. Es justo. Porque cuando uno está deprimido, te duele el cuerpo, te
duelen tus decisiones, te duele el corazón, te duele la vida, te duele
absolutamente todo Y NO SABEMOS MANEJARLO.
Con esto, ojo, no estoy diciendo que el
suicidio debería ser aceptado (aunque también soy pro eutanasia), pero lo que
si digo es que cuando hay dolor, hay dolor… y quieres acabar a toda costa con
ello.
Por mi parte, cuando lo hice, no me
consideré débil. No es que no lo pensé antes… llevaba meses pensándolo,
batallando contra eso. No lo logré y entendí que aún me faltan cosas por hacer
o que simplemente las dosis que me metí, no fueron las suficientes. Pero fue mi
primer llamado de atención. Y que quede muy claro… una persona que intenta
suicidarse y no lo logra, probablemente tenga las ganas de hacerlo otra vez.
Así que si conocen a alguien que haya
pasado por eso, hay que estar pendientes, porque va a llegar un momento en el
que no podremos hacer nada. Y no vaya a ser que salgamos con una cojudez tan
grande de decir “qué pendejo, se mató”.
Seamos más concientes de nuestras
palabras, pensemos antes de emitir juicios. Seamos más empáticos, más
receptivos y demos más amor. Recuerden que la lengua castiga.
Que esas personas que hablaron hoy sobre
temas que no debían hablar, pidan disculpas aunque sea al cielo… porque quién
sabe qué tormentas les llegará a ellos o a sus seres queridos. ¿Acaso si uno de
sus hijos se suicida va a decir “fue un cobarde”? Imposible. El dolor que
sentirán, vendrá acompañado de culpa… y si hablaron, se quedarán con la jeta
hinchada por haber dicho algo que tuvieron que pagar.
Ser honestos y expresar opiniones, está
bien… pero eso no da el derecho de ser unos completos insensibles, burlones y
críticos ante lo que pasa en la vida de los demás. Vidas que no conocen,
problemas que no conocen, enfermedades que no conocen, motivos que no conocen.
El mundo nos junto a todos para ayudarnos, comprendernos y no juzgarnos. ¿Nos
vamos a demorar tanto en tratar de entender y hacer un mundo mejor? ¿O queremos
seguir lanzando piedras a todos los que combaten con este pensamiento día a
día?
Abramos un poquito el corazón. Si no
sentimos pena, no lo sintamos. No estamos obligados a sentir nada por nadie,
peor por desconocidos. Pero si estamos obligados a hacer de este mundo un lugar
mejor. Así que cuiden sus bocas, traten de ser lo más amablemente posibles,
porque quién sabe que la persona que se sentó junto a ti en la Metrovía está
pasando por algo insoportable, te le portaste como un idiota y fue el
detonante.
A cuidarnos. A mimarnos. A querernos y a
buscar motivaciones los que pasamos por esto. Y los que no, a tratar de
entender que no todos somos iguales, que todos tomamos caminos distintos y que
no todos pensamos o sentimos lo mismo.
Hoy más que nunca les deseo que esa
empatía la llevemos por dentro. Que el amor se despierte y que dejen de
intentar cambiar a quienes juzgan. Hay verdades que solo se descubren
viviéndolas.