Desde que se supone – y recalco, supone –
que Lenin Moreno ha ganado la presidencia de nuestro país, he leído a tantas
personas diciendo “Me dueles Ecuador”.
No, señores, NO. A mí no me duele
Ecuador.
Me duelen los fraudes que constantemente
nos entucan – y pido disculpas por la expresión tan violenta, pero es que nos
han violado – con leyes redactadas de forma confusa, cambiando un punto o una
coma, para que en cualquier momento puedan defender los actos atroces que se
han cometido en este gobierno.
Me duelen las muertes y las amenazas a
las que han tenido que recurrir los gobernantes del país, para mantener
callados a muchos ciudadanos. Los puestos prometidos, el dinero que va y viene
entre sus manos, como si fuera un lujo que este país se puede dar.
Me duele haber tenido un representante
que aplique el famoso “divide y reinarás”, que se aprovechó de los momentos de
vulnerabilidad de un pueblo roto por un terremoto, para crear brechas que nunca
debieron existir.
Me duele la ironía de aquellos que
argumentan con insultos a su gente, esos mismos que pueden sacar provecho de la
ignorancia de muchos para venderles una ilusión… y que luego esas ilusiones las
manden por el caño.
Me duele ver cómo tantos actores
principales de este gobierno están saliendo despavoridos, a cualquier hora y
con cualquier destino… porque saben que les van a tumbar su fraude.
Me duele que el supuesto futuro
gobernante de este país pida respeto a los periodistas desde ya – a quienes el
mismo gobierno se supone que pide imparcialidad – que lo llamen Presidente
Electo.
Me duele que esa autoridad que piensa que
por tener el poder en sus manos, puede hacer y deshacer a un país que está
pidiendo un respiro, un cambio…
Pero a mí no me dueles, Ecuador.
¡A MÍ ME
ENORGULLECES, CARAJO!
Me enorgullece ver cómo muchos hoy ya
perdieron el miedo de gritar “libertad”.
Se me infla el pecho al ver cómo millones
de personas se levantan de la comodidad de sus hogares, o luego de una jornada
laboral, y se dirigen a gritar a todo pulmón que no quieren una dictadura, que
no quieren que este país se convierta en un Cuba o Venezuela, vendiéndonos la
idea de un socialismo que se basa en el enriquecimiento ilícito e inmesurado de
sus supuestos líderes.
Me tiembla el alma cuando siento toda esa
vibración de un pueblo que ha reconocido que se necesitan cambios urgentes
porque se han llevado a nuestro país en peso; dejándonos muy poco o casi nada
para dejarles a la siguiente generación.
Me llena de fuerza ver cómo les hemos
hecho un “zas, en toda la boca” a todo aquel que nos ha denigrado, nos ha
mirado por encima del hombro o se le han subido los humos a la cabeza.
Pero más que nada me llena de amor…
porque hoy no existen límites de estratos sociales, regionalismos, colores,
preferencias sexuales o tendencias religiosas. Hoy somos un país unido que
grita con toda la fuerza “amo a mi país y voy a luchar por él”.
Hoy, este país con plena conciencia se
levanta y hace que tiemblen sus líderes, porque hoy se demuestra que no somos
un país conformista, que estamos dispuestos a sacar adelante INCLUSO a los
propios ciudadanos que votaron por el supuesto presidente electo… porque ya no
se trata de ti, o de mí, o de los ricos, o de los pobres… se trata de nuestro
país, de nuestra libertad, de todas las lágrimas que ha causado este gobierno
callando a reporteros, dejando a miles de desempleados, generando violencia y llenando
de resentimientos sociales a un país que nunca debió estar dividido.
Les recuerdo algo: un presidente no es
nada sin su banda presidencial… y esa la ponen los ciudadanos. Veamos si pronto
la llevarán en su torso, o la llevarán como mordaza.
Así que a mí NO ME DUELES, ECUADOR. No me
dueles.
Me enorgulleces.
Y seguirás siendo grande, mientras el
pueblo siga gritando cuánto te ama y todo lo que está dispuesto a sacrificar
por tu bien.
¡Que hoy se haga historia!
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