12.2.12

... la carta que nunca llegará (al menos no esta noche)

(esto de temblar al escribir, se está haciendo una costumbre bastante fastidiosa).

Todo el último año pasé huyendo de hombres que intentaban salir conmigo. Nadie me interesaba lo suficiente como para arriesgarme a perder el control sobre mí misma. No sé exactamente qué tipo de magia pudo haber tenido él, pero lo logró en muy poco tiempo. Y eso fue desde las últimas veces que lo vi... no podía evitar sentirme tan atraída hacia él. Recuerdo tan bien en aquel momento en que luego de un abrazo de saludo se quedó con mi mano y yo empecé a temblar. Creo que esa noche le dio paso a todo lo que prosiguió.

Hace un mes comenzó todo... un mes exacto. ¿Quién diría que un viernes 13 podría traer tanta suerte? - al menos suerte momentánea. 

Recuerdo haber llegado a su casa. No sé si él habrá notado la fuerza con la que mi cuerpo temblaba. Eran nervios ¡horribles! Podía decir que era frío... pero no temblaba el cuerpo completo... sentía que temblaba por dentro. Era súper raro sentir casi que el corazón está dando saltos y hace que todo tu cuerpo sienta un nerviosismo indescriptible, no podía ni hablar. Tal vez eran señales que debí reconocer antes. Había mentido en casa por estar ahí y, al verlo, sabía que cada mentira que pude haber inventado valía la pena. No puedo recordar exactamente cómo pasó, incluso puedo decir que lo que estábamos viendo era lo menos interesante en ese momento... estaba tan atenta de lo que podía pasar, de mis movimientos, de que no se note lo nerviosa que estaba. En realidad no quería pasar por idiota... pero es como cuando quieres que pase algo tanto, por tanto tiempo y al fin lo logras. Ese sentimiento, es increíble pero al mismo tiempo, aterrador. Es a lo que llamo "el miedo rico". Creo que fue lo que me pasó con mi primer novio, algo muy parecido... pero esta vez pude ver que era más real y largo.

No puedo negar que él se encargo de hacerme sentir bastante cómoda, incluso puso un par de cosas para hacerme reír - la risa dispersa al miedo - y logré dejar de pensar y dedicarme a vivir lo que estaba pasando. Él creo que no se daba cuenta de la admiración que le tengo, sin embargo trataba de enlazar frases que me hagan asustar ¿todos tenemos esa tendencia de gritar de alguna forma "huye mientras puedas"? Pero yo no quería. Nunca quise. Me interesaba demasiado como para pensar por un segundo si quería o no estar ahí. Fue cuestión de un beso para saber que no tenía ganas de moverme de su lado, e intentaba estirar el tiempo de las maneras más estúpidas, pendiente de la hora, calculando el tiempo que me quedaba; calculando cuántos besos entraban en un par de horas. Estaba completamente idiotizada por su voz al hablarme ¡qué bien se sentía haberme arriesgado!

Esa noche llegué a casa con el único pensamiento "pasó lo que tenía que pasar, no esperes nada más" y de repente me llega un mensaje de él preguntándome si todo estaba bien. ¡¿Por qué?! Todo hubiera sido perfecto si nada más se quedaba esto en conversaciones esporádicas, en encuentros casuales. Pero no. Empezamos a hablar más seguido y la verdad es que me sentía tan bien. Que él esté cerca y que pueda sentir que pensaba en mí, hacía que todos mis miedos se vayan. En algún momento habló de ciertas cosas que se veían futuristas y, la verdad, me asusté muchísimo más. Siempre he tenido ese problema con respecto al compromiso. No sé exactamente porqué... creo que es porque en realidad todas las personas me han fallado en algún momento y no confío en un "estaremos juntos". Hubiera preferido que el destino me sorprenda... y lo hizo. 

Nos volvimos a ver la siguiente semana. ¡Qué emoción de nuevo! Poder dejarme caer en sus brazos ya sin miedo. Poder besarlo sin tener que pensar en nada. Pero qué error, no fue así. Pensé demasiado. Mi inseguridad salió a flote. Me volví vulnerable y empecé a abrirme. El error fue abrirme más de lo que él podía aguantar en ese momento. Le mostré mi lado débil y no lo tomó bien. Sabía que era algo que no debía mostrar, sabía que tenía que mantenerlo en reserva, pero por andarme ilusionando con pensar en que no era un juego, dejé salir a la niña insegura que tengo dentro. La que siempre tiene miedo de que le hagan daño... Y entonces todo cambió. Pretendí ser fuerte en ese momento, hacer como que las cosas no me importaban y que todo iba a estar bien, pero al ver que él había dejado la comunicación a un lado, perdí el control sobre mí. Empecé a pensar en qué había hecho mal, pero quise (y quiso) convencerme de que todo estaba en mi cabeza, cuando en realidad no era así. Había cambiado. 

Perdí el control las siguientes semanas. Perdí totalmente el control al ver que se estaba alejando sin explicaciones. Hubiera sido tan fácil sentir que no habrían más oportunidades desde el primer momento, pero tal vez por no querer hacerme daño o no perder las esperanzas, lo mantuvo en silencio y trató de aguantar. El problema es que ni yo misma me aguantaba y él no tenía porqué hacerlo tampoco. Un buen "carajazo" hubiera servido. 

El problema surgió cuando me empecé a dar cuenta del pasado, del tiempo que llevaba interesándome, de lo mucho que lo quería conocer y de cuánto quería llenar ciertos vacíos que sentía en él. Puede ser que me haya equivocado, tal vez él está completamente lleno por dentro y yo intentaba darle más de lo que tenía. Empecé a pensar en que debía saber que yo estaba ahí, pero lo hice de las maneras más incorrectas, buscando que él también esté aquí para mí. Quería contarle que las cosas en mi trabajo no iban bien, que me estaba sintiendo mal, que necesitaba hablar con alguien (y claro, ese "alguien" era él). Necesitaba saber que no era culpa mía que todo se esté drenando por el caño y no me di cuenta de lo egoísta que estaba siendo, simplemente por no tener que andar con mis propias incertidumbres.

Al final, se cansó de tener que lidiar con mis preguntas. Creo que la forma en que yo las hacía y él las tomaba no estaban sincronizadas. Él las tomaba como un reclamo y yo las intentaba decir con las mejores intenciones, pero claro... por medio de mensajes estamos siempre expuestos a la forma en que el receptor quiera tomarlos. No existen expresiones o tonos de voz que ayuden... pero no tenía más formas de decirlo. Esa es mi excusa probablemente. Al igual que las de unos mensajes que yo no escribí... pero eso ya es cuento de otra historia.

Sé que fui totalmente controladora cuando no debí serlo... cuando no tenía el derecho. Me dejé llevar por consejos que nunca debí seguir, por sueños que tenía recurrentemente, por miedos e inseguridades que sólo son cuestiones mías de resolver. Ahora que lo entiendo, ya es bastante tarde. El problema es que me quedé con tantas cosas por decir, que se me parte el alma cada vez que lo veo conectado. Quisiera tener el valor para borrarlo, pero no puedo ¿cómo podría borrar a alguien que considero importante? ¿a alguien que considero que vale la pena? Puede ser que esté bastante equivocada y más aún, bastante desesperada por poder dar explicaciones que él no me ha pedido... que, es más, sé que no le importan. 

Quiero pensar que en el futuro todo va a estar bien, que sus últimas palabras fueron porque lo cogí en un mal momento, harto de todo (incluyéndome a mí), que de repente un día me escribirá y que, sin ningún tipo de resentimientos, podremos hablar. El problema fue que lo empecé a querer y me ilusioné con ideas de lo que podía llegar a ser. Pero ya, en este punto donde sé que no hay vuelta atrás, simplemente me pregunto si estará bien. Necesito saberlo, sin embargo sería uno más de mis egoísmos volverlo a atacar con mensajes que no me llevarían a nada más que un bloqueo completo de su vida (si es que aún no lo ha hecho).

Lo siento. Siento haberme descontrolado y de alguna u otra forma haber dañado lo que podías pensar de mí. Siento haber perdido la cabeza por mis inseguridades, llevándote a un punto de fastidio. Siento haberte presionado, cuando lo que necesitabas era espacio. Siento no haberte dicho las cosas cuando tuve la oportunidad de hacerlo. Siento no haber sido fuerte. Siento haberte decepcionado... porque sí, eso siento, que te decepcioné. Creíste en mí, pero yo no creí en mí misma. Ojalá algún día pueda volver a darte un abrazo y sentir que aún hay un pedazo de mí en ti, porque te has llevado bastante de esas esperanzas y ganas que tenía de enamorarme de alguien que valga la pena. Y ojalá algún día podamos volver a hablar, aunque sea como amigos... aunque en este punto ya estoy dudando de todo. Sólo quiero volver a encontrar paz en mí, para no seguirme levantando con la culpa de que dañé algo que pudo ser, bueno o malo, pero que pudo ser. 

Y siento escribir esto... es la única forma en la que puedo hablarte sin tener contacto contigo.

Un abrazo al alma.


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