18.2.12

... pero ¡qué difícil es ser Redactora Creativa!

El trabajo de una Redactora Creativa, termina resultando una camino contínuo lleno de trabas. Es maravilloso tener en cuenta la cantidad de palabras que conoces sin embargo, a veces, resulta que son muy pocas para poder expresar todo lo que quisieras. La búsqueda de inspiración empieza a resultar bastante fácil cuando comienzas a escribir lo que se te cruce por la mente en un minuto... a veces la encuentras en una canción, en otro escrito, en un cigarrillo o en una copa de vino. 

Resulta que cuando escribes te conviertes en un personaje. Te toca ser doctora, pintora, psicóloga, psiquiatra, profesora, prostituta, esquizofrénica, madre, hija, pariente cercano... todo. TODO. 

Empiezas a investigar no sólo los comportamientos del personaje del cual vas a escribir, sino que también empiezas a conocer los sentimientos. Empatía, le dicen. Problema, le digo.

Ponerse en los zapatos de otra persona empieza a resultar un problema personal. Intentas conocerlo todo, te desvías, te desvives. A veces termina siendo un romance con las descripciones de las emociones y a veces, como todo romance, termina creando una ráfaga de sentimientos oscuros que sólo te llevan a un hoyo negro por el que no sabes dónde salir. Me pasa constantemente que, cuando escribo, empiezo a hablar como mi personaje, a inventarme los diálogos en la noche, a mirarme en el espejo y actuar... y, de repente, ves cosas donde no debes verlas. Empiezas a perder el camino personal y cambias. 

Llegas a vivir todo el clímax de una historia que incluso, mientras la escribes, puedes terminar llorando frente a una pantalla o sonriendo por la picardía que te causa hablar de ciertos temas. Cambias. Es una especie de polimorfia donde no sabes si los sentimientos de tu vida real no son los que en realidad estás sintiendo o los está sintiendo tu personaje. Intentas descifrar todo y sólo llegas a una constante interrogación de quién realmente eres y qué realmente sientes.

Ser una Redactora Creativa es un problema... pero también es un gusto conocer a tantas personas que salen de mi imaginación... personas con las que, seguidamente, quisiera pasar muchas noches. Los zapatos a veces me quedan grandes, pero soy capaz de ponérmelos. 

No hay nada que me encante más que escribir. Ni siquiera el chocolate.

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