10.3.12

... pero estamos cerrados

Sale uno, entra otro. En temporada alta, cuando la recepcionista quiere descansar, hacen fila en la entrada; en temporada baja que ella quiere trabajar, sólo se alojan recuerdos y artículos perdidos de quienes estuvieron ahí por un tiempo. Ese negocio es así.

Luego de haber salido de un año de temporada baja, decidió no hacer nada al respecto. Hasta que un futuro cliente empezó a rondar por las aceras. Se acercaba, se alejaba, se volvía a acercar. Buscaba excusas y volvía. Tenía a muchos posibles clientes admirando la fachada, pero ninguno de ellos parecía merecedor del único cuarto con que contaba el sitio... sólo el observador cauteloso con su atrayente faena que hacía cada noche.

Lo invitó a pasar. En menos de lo que se suponía que duraba su estadía dañó muebles, manchó sábanas, rompió la cama, agrietó paredes, dejó llaves abiertas y olvidó promesas. Salió sin avisar. Sin casi explicar los destrozos. Sin pagar la cuenta, desgraciando la cortesía de la casa. 

No miró hacia atrás. No le importaron las promesas que quedarían en el "lost & found" del lugar.

Como dueña, se sintió dolida. Había invitado a un huésped a quedarse. Le llevó sus mejores sábanas, los olores más naturales, la comida exquisita y el descanso perfecto. Y lo dejó todo. Como si la destrucción fuera lo único que buscaba.

Luego de su partida, mucho tiempo se quedó mirando al espacio, llorando por su ceguera al confiar en alguien que creía conocer de otra vida. Lloró, maldijo y se cayó. Y cerró.

Aviso de la Gerencia:
Corazón de Hotel pide disculpas por las molestias causadas. Estamos fuera de servicio para atenderlos mejor.

O tal vez, para que el día en que él vuelva... a recoger sus promesas olvidadas.

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