15.3.12

... pero perdí a mi dragón

Llevo ya varios meses en busca de mi dragón. Pero déjenme explicarles mejor, porque no es un dragón normal... Es bastante específico. 

No es negro, no me gustan los lutos personales... ni tampoco rojo porque quemarían mis ojos al mirarlo. Tiene un contraste perfecto en tonos morados y naranjas, donde la cola se convierte en una fusión maravillosa de un cielo púrpura con pequeñas estrellitas que mejoran al exponerse a los rayos del sol. 

Su piel tiene un conjunto de laberintos donde los caminos se marcan por grietas en alto relieve y, cuando lo tocas, puedes sentir cómo las manos queman por dentro como cosquillas agradables justo en el centro de la palma.

Me han contado que los dragones normales suelen emanar fuego por la boca pero él, al bostezar, inhala un polvo de luna que lo llena de luz y lo hace brillar por unos segundos y, cuando lo exhala, ese polvo sale como una niebla turquesa que concede deseos. ¡Sí! ¡Deseos! ¡La cantidad que quieras! Es muy generoso con las personas que ama.

Su apariencia es engañosa, parece que es muy fuerte y enojado, pero en realidad le gusta acercarse a la gente y que lo acaricien en la línea que marca la división de sus dos ojos. Sabe sonreír y también sabe llorar. En cualquiera de los dos casos, sé que sólo te dan ganas de abrazarlo y nunca dejarlo ir.
Un día me dijeron que quería alas, pero pensé que me daría mucha tristeza si en algún momento decidía partir lejos, es por eso que decidí dejarle en la acera unas alas de cartón, para que vuele su imaginación, pero no se desprenda del piso. Pero créanme cuando les digo que me equivoqué. 

Hice unas alas pequeñas y, a pesar de eso, aprendió a volar muy alto. Una mañana que llovía, sentí que decían mi nombre y, cuando salí a ver qué era, sólo sentí el aleteo a lo lejos y el sonidillo que salía de salía de su corazón. ¡Quería que lo aplauda aunque no lo veía! Y yo no pude más que ponerme a llorar.

Fue entonces cuando lo perdí. 

Me he enterado que a veces está en los parques, porque uno que otro lo ha visto jugar con niños pequeños. Pero últimamente se ha escondido. He intentado encontrarlo, preguntándole a mis conocidos; nadie lo ha visto y, al parecer, nadie lo quiere ver. 

El otro día me dieron una pista. Conversé con una pequeña y me ha dicho que se ha escondido en el lado izquierdo de la mente de mi príncipe... Ella me contó que vio cuando se hizo muy pequeño, del tamaño de una pasa, y que se le metió por la nariz. Entonces me decía que, cuando mi príncipe lo vio, ha decidido guardármelo para que cuando al fin nos veamos, pueda darme el mejor regalo que puede existir.

Les pido un favor muy grande, más que nada a ti, querido príncipe... Si tienes a mi dragón, necesito que lo sueltes. Sé que quieres recibir mis abrazos y sentirte como héroe... pero si eres mi príncipe, no te hará falta un dragón para conquistarme. 

He oído hablar de mi dragón y, creo, que en algunos sueños lo vi... pero no estoy segura... 
 
No me juzgues por mis sentimientos de una niña que ha perdido a su mascota preferida.

No me juzguen por mis sentimientos de una niña que ha inventado a su mascota preferida.

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